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Foto del escritorMariano Vázquez

Brevísima y voraz historia del futuro

El autor analiza la reciente serie inglesa Years and Years, tanto en su dimensión prospectiva como en la distopía tecnológica que construye.



El futuro nos desvela. Saber cómo van a ser las cosas, cómo va a ser nuestra vida, si los autos finalmente van a volar. El futuro está ahí, lleno de promesas y, por qué no, de temores. La ciencia ficción, por su parte, trató de imaginar una y otra vez ese mundo; lo pensó, y creó para él miles de cosas fascinantes y aterradoras, pero acaso no pudo prever unos de los factores más decisivos de nuestra sociedad actual: internet. Recién a mediados de los ochenta, con libros como Neuromante o películas como Juegos de guerra, apareció un atisbo de ese mundo que asomaba. Ahora bien, si de ficción se trata, a principios de esta década Black Mirror presentó un futuro dolorosamente tangible que, lejos de las distopías más faroleras como Terminator o Matrix, narraba el devenir inminente de nuestra sociedad, prefigurando la distopia más escabrosa, aquella que se esconde a la vuelta de la esquina.


15 años

Years and Years es una coproducción de la BBC y de HBO centrada en la familia Lyons, en sus conflictos particulares y en cómo los afecta el indómito capitalismo global. Tomando como punto de partida el 2019 y proyectando los quince años venideros, la serie presenta la realidad política del Reino Unido y su vínculo con el mundo en el marco de una inestabilidad creciente. Cada episodio tiene una pizca de actualidad -Trump, Brexit y el calentamiento global- que atraviesa la cotidianidad de una sociedad acomodada como la londinense, que lentamente se sacude y se desmorona.


El «status quo» de los británicos comienza a resquebrajarse de afuera hacia adentro. «Invadidos» por miles de refugiados que son hacinados en containers ubicados en baldíos lejos de la ciudad, amenazados por la tensión nuclear que crece gracias al enfrentamiento entre China y Estados Unidos, asediados por el inevitable cambio climático e inermes antes el cariz risueño de un fenómeno tecnológico que se presenta en el primer episodio: una adolescente revela su verdadera identidad: es -o quiere ser- transhumanista.


La serie pivotea sobre estos ejes (inmigración, liderazgos de derecha y la «gig economy») y ancla las historias de la familia Lyons en este escenario. Combinando pequeños melodramas cotidianos con tragedias globales, despliega su carácter prospectivo y presenta su crítica más mordaz en la piel de un personaje: Vivienne Rook. Las derechas neoliberales no son un fenómeno aislado sino que crecen sobre la crisis de las democracias actuales. La figura de Rook se agranda a fuerza de furcios y escándalos mediáticos y puede ser vista como un híbrido entre Christine Lagarde -por su fisionomía- y el reciente primer ministro británico Boris Johnson -por su imbecilidad-. La historia de Rook se despliega como telón de fondo de los Lyons.


Silenciosa y subterránea El avance de la derecha, tanto en la forma de un populismo mediático como de un patrioterismo recalcitrante, se da en forma sigilosa. Primero aparece de lejos, en la figura de Trump y el conflicto con el primer mandatario chino, y después se encarna en Vivienne Rook, quien se hace conocida por su incontinencia verbal y por las barbaridades que dice en la pantalla . Cinco años después Rook tiene un partido y es una seria candidata a conseguir un escaño. El pasaje que hay entre la pregunta «¿Quién es capaz de votar a esa ridícula?» hasta «¿Qué hacemos si gana?» se da completamente inadvertido.

El transhumanismo se presenta como un componente aspiracional en su clave más clásica: superar el dolor, la muerte y absolutamente todas las limitaciones biológicas que tiene el cuerpo humano para “evolucionar” en una fusión con la tecnología.

Otro de los ejes es la inmigración, y este no se desarrolla aislado; el avance del conservadurismo implica, entre otras cosas, una durísima persecución de las comunidades LGTBQ y, por supuesto, los inmigrantes. Esto toca de cerca a la familia Lyons: Danny, uno de los hermanos, trabaja en una dependencia del gobierno que gestiona la ubicación de los refugiados. Pero no es el único. Edith, la hermana mayor, es una activista global contra la injusticia que se involucrará muy fuerte en el tema cuando se rumoree que estos inmigrantes son enviados «secretamente» a campos de concentración. Entre el horror primigenio que acompañó los primeros naufragios de inmigrantes hasta la cotidianidad de su arribo a orillas del mar y el rumor de la existencia de campos de concentración, toda la familia Lyons se verá involucrada.

El futuro será tecnológico o no será El deseo transhumanista, los gadgets1 y la precarización laboral dicen presente en la vida de la familia Lyons. Lejos de ser un producto de ciencia ficción, en Years and Years la tecnología aparece incorporada a la vida diaria; desde llamadas grupales, la interacción con asistentes como Cortana o Alexa (en la serie se llama Signor) y el uso de mascarillas digitales que colocan emojis sobre la cara, la tecnología está ahí, tan naturalizada que se vuelve invisible; tan funcional y cotidiana que solo puede ser vivida. Sin embargo, este promisorio futuro no demora en mostrar una de sus facetas más conocidas pero también más duras: las plataformas austeras (Srnicek, 2018)2. En Argentina las conocimos por empresas como Uber, Glovo y AirBnb, entre otras. Stephen, otro de los varones de la familia, pierde su trabajo tras una inesperada crisis bancaria y con casi cuarenta años tiene que montarse a una bicicleta y recorrer la ciudad entregando paquetes. Así, sin vacaciones, aguinaldo, licencias o un salario básico, vive sometido a la dictadura de los algoritmos y a los mandatos de varias empresas. Un guiño simpático y tecnológico aparece cuando los protagonistas tienen que dar cuenta de su identidad a través del aliento, en lugar de hacerlo con la huella dactilar. Por otra parte, un momento brillante de la serie tiene como protagonista a Vivienne Rook, quien muestra el uso político de las fake news y los deep fakes. Por último, el transhumanismo que se presenta al comienzo de la serie como un componente aspiracional en su clave más clásica: superar el dolor, la muerte y absolutamente todas las limitaciones biológicas que tiene el cuerpo humano para “evolucionar” en una fusión con la tecnología. El pifie El punto más lábil de la serie se encuentra en el último capítulo, donde todo se vuelve pura complacencia: primero, los personajes tienen una densidad y una trayectoria dentro de la serie y sobre el final son arrastrados hacia el territorio de los lugares comunes y los golpes de efecto; segundo, la historia deriva en una especie de película de acción que incluye explosiones varias y celulares convertidos en armas de combate; y tercero, un epílogo de corte new age que termina explicando los porqués de un mundo aterrador pero real. Ese mensaje final, inmerso en una versión soft de Matrix, es una plétora individualista donde se afirma que el cambio comienza por casa. En solo seis capítulos, Years and Years ofrece un combo acelerado de un futuro atemorizante, recubierto de una fina capa de humor inglés, en el que la cultura, la sociedad y la economía se trastocan, donde todo lo sólido se desvanece en el aire y donde eso que conocemos como el primer mundo no resulta indemne ante el inevitable cambio del orden mundial.


1 La palabra gadget se utiliza para mencionar a cualquier tipo de dispositivo novedoso que ofrece por primera vez tecnología de última generación. En su forma física, un gadget es un dispositivo tecnológico pequeño.

2 Srnicek, Nick (2018). Capitalismo de plataformas. Buenos Aires. Caja Negra Editora.


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