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Foto del escritorPablo Moreno

Especial GOT: Nieve vieja, brotes nuevos

El autor analiza con minuciosidad los detalles que se muestran y ocultan en el tráiler promocional de la nueva temporada de Game of Thrones, buscando posibles indicios (brotes) de lo sembrado en las temporadas anteriores y que, en esta última, deben esperar el deshielo.




Sí, pasaron más de quinientos cincuenta días desde que terminara la séptima temporada de Juego de Tronos (el capítulo 7×7 se estrenó el 27 de agosto de 2017), pero lo que importa es que ya nos encontramos ante el tramo final de una serie que –a todo esto– está llegando a su noveno año de emisión. Lo que parecía tan lejano, de repente es tan próximo que hasta parece habernos tomado por sorpresa; y a casi una semana de su estreno (¡este 14 de abril!), es probable que muchos espectadores se embarquen en la hazaña del re-visionado, en un intento casi angustiante por repasar al menos los núcleos narrativos de los sesenta y siete episodios que hasta acá produjo la serie.


Como es ya habitual entre el público de series, en el camino de la dulce espera se fue levantando toda una marea de pintorescas teorías respecto de lo que fue sembrando GOT, a la luz de lo que podría esperarnos en esta última temporada de la serie. No mencionaremos ninguna por razones obvias: para los puristas de la narración audiovisual, cualquier intervención por fuera de lo que efectivamente se ha visto y oído al interior de la serie en el último episodio visionado, cualquier captura de pantalla, comentario o incluso meme que sea lanzado con la pretensión de anticipar, predecir o destripar marcas indiciales aún sin revelar, deviene en el tan odiado spoiler, que atenta siempre contra el placer intransferible de la primera vez.


Lo cierto es que esas “teorías” podrían dejar a la vista algunas costuras, aspectos de la trama narrativa que la serie ha ido entretejiendo desde sus comienzos, y que ciertos espectadores (con distintos niveles de cinefilia, claro) vienen esforzándose por deshilachar, acaso como práctica liberadora de la ansiedad especulativa, o como instinto de conservación de las expectativas.


Y en ese estado ambivalente entre el conozca-más y el hacerlo-por-primera-vez sale este nuevo teaser (el último, además), que parecería prometer más de lo que ofrece y que, precisamente por ello (porque lo audiovisual siempre opera en múltiples capas de alternancia entre la mostración y la ocultación, y entre lo dicho, lo sugerido, y lo interpretado…), vamos a tomar como eje para lo que resta de este escrito. Porque, ¿qué más podemos hacer hasta el 14 de abril?

Objetos paradójicos

El teaser, de un minuto de duración, fue titulado Aftermath, que podríamos traducir simplemente como consecuencias o secuelas… si no fuera porque tal traducción nos dejaría afuera de dos o tres cuestiones que nos interesa considerar. Antes de abocarnos a ello, acá un link de YouTube desde el cual pueden verlo, para quienes no lo hayan visto todavía, y para quienes busquen excusas para verlo una vez más: https://www.youtube.com/watch?v=vwmAWOE5F9o


Ahora sí. En principio, el aftermath es el momento posterior a un evento desagradable, a un accidente o a una catástrofe. Esto a priori se vincula necesariamente con el estado calamitoso en que quedó todo Westeros al final de la séptima temporada: el Muro fue vulnerado, y con ello la última frontera que separaba a los no-vivos (con el Rey de la Noche a la cabeza, Viserion, ahora dragón de hielo, y el terrible ejército de los caminantes blancos) de los vivos. De entre estos últimos, dicho sea de paso, ya no quedan tantos actantes: unos pocos lobos Stark, medio famélicos pero más resilientes que nunca; los Lannister, siempre controversiales; Daenerys, la endiosada Madre de los Dragones; y, naturalmente, todo alrededor de las figuras principales, esos personajes que, sin importar sus familias, su sangre o su cercanía con el Trono de Hierro, se ganaron un lugar en la final: Missandei y Gusano Gris, Brienne, Sam y Gilly, Varis, Jorah Mormont, Tortmund, Gendry, Meera, Podrick, Ser Davos, Theon Greyjoy…


La lista podría seguir, pero el teaser se encarga de dirigir la mirada hacia unos pocos personajes; algo que tiene lugar, paradójicamente, a partir de la marcación de su ausencia: se trata de una lógica de sucesión mediante la que se presentan objetos, dispersos por entre el paisaje invernal de Winterfell, y que funcionan como prolongaciones de los personajes, a ninguno de los cuales vemos allí.


De hecho, y en caso de que el espectador tuviera inconvenientes para identificar algunos de esos elementos entre tanta nieve y viento frío, el diseño sonoro compuesto para el teaser actúa a un mismo tiempo como potente estrategia para la construcción de una atmósfera inquietante y desoladora, y, lo más importante, como recurso de acentuación para establecer vínculos entre esos objetos, a medio mostrar, y los personajes a quienes re-presentan. Quizá el ejemplo más claro de esto sea el graznido del cuervo al finalizar el travelling picado que sigue a la caída de una pluma (por las redes se coincide en vincular con aquella pluma que Robert Baratheon le diera a Lyanna Stark…), en cuyo acompasado descenso vemos la silla de ruedas de Bran, el Cuervo de Tres Ojos.


El teaser se encarga de dirigir la mirada hacia unos pocos personajes; algo que tiene lugar, paradójicamente, a partir de la marcación de su ausencia: se trata de una lógica de sucesión mediante la que se presentan objetos, dispersos por entre el paisaje invernal de Winterfell, y que funcionan como prolongaciones de los personajes, a ninguno de los cuales vemos allí.

Ahora bien: la fuerza de la sinécdoque, en tanto figura retórica trabajada desde lo audiovisual, presenta una serie de características interesantes. En la medida en que, como indicábamos recién, estos objetos adquieren la categoría de extensiones o, dicho de otro modo, hacen presentes a los personajes por medio de su ausencia (recordemos rápidamente que una de las variedades de la sinécdoque consiste en mostrar una parte para designar, ostensiblemente, a un todo al que pertenece), objetos tales como la ya mencionada silla de Bran Stark, la aguja de Arya, las cadenas de los dragones de Daenerys; la mano de oro de Jamie Lannister, una flecha de Vidriagón clavada en la madera, entre otros, logran enfatizar así una de las reglas de juego que la serie establece de inmediato, ya en la primera temporada: en la lucha por la consecución de los objetivos que motivan a cada uno de los personajes, sean estos producto de la más baja vileza o de los más nobles sentimientos, siempre hay consecuencias, y todas ellas suponen pérdidas. Que los objetos estén presentes porque sus dueños no lo están puede implicar variadas lecturas, y no necesariamente conlleven una sentencia de muerte, pero definitivamente esta variable es puesta sobre la mesa para garantizar que la última temporada va a seguir rigiéndose bajo las mismas normas de siempre: en el Juego de (los) Tronos, incluso ganar se trata un poco de perder.

Lo que dejó el invierno

Aftermath también se utiliza, dentro de la terminología agrícola, para designar al pasto que crece después de la cosecha. Acepción que podría confundir, en vistas de que la puesta en escena del teaser recorre la norteña y helada Winterfell (o Invernalia). En efecto, el territorio en que va a librarse esta batalla entre (literalmente) la vida y la muerte de la humanidad, no es otro sino Winterfell, hogar de los Stark, cuyo «Winter is coming» se volvió prácticamente el significante más eficaz de la serie. Estamos en el final de la serie, y el círculo comienza a cerrarse; recordemos que el primer episodio nos sitúa al norte del Muro, en tierras salvajes, inmediatamente después de lo cual pasamos al castillo de los Stark. En este sentido, la vuelta de Jon Snow como “rey del norte”, con la implícita promesa de recuperar la prosperidad de ese hogar que fuera devastado a lo largo de la serie, y que ahora se constituye en la base estratégica para detener el avance de los caminantes blancos, podría sugerirnos algo más que sólo invierno. Quizá, entre las capas y capas de nieve (y ceniza, fuego y hielo…), aún puedan “prender” algunos brotes. Y más aún en tanto, como ahora sabemos, la sangre del lobo y la del dragón fluyen por igual en la figura de Jon Snow, quien por otra parte se unió (quizá demasiado literalmente) con la Khaleesi del gran Mar de Hierba, la que no arde, la Rompedora de Cadenas (y corazones), etcétera.


Es sabido que Daenerys quiere gobernar sobre los Siete Reinos como legítima heredera del Trono, lo cual dirige sus pasos hacia Desembarco del Rey desde un primer momento, incluso a pesar de que es caracterizada como una chica más bien débil, ingenua y con poco conocimiento sobre cuanto la rodea. Pero en el camino, a medida que el guión se encarga de llevarla ante situaciones que la hacen crecer en fuerza, convicción y sentido de la justicia (vale decir: propiedades deseables para un personaje que se propone reinar honradamente sobre un mundo azotado por la discordia y las intrigas políticas), Daenerys no sólo se posiciona como un ejemplo prototípico en materia de arco de transformación de un personaje, sino que además se va convirtiendo en una reina que, conocedora de los pueblos y las regiones que la han colmado de títulos pero sobre todo de sabiduría, bien podría gobernar alejada del tan anhelado Trono de Hierro (¿acaso desde Winterfell?), puesto que, de hecho, ya ha empezado a hacerlo, y en escala creciente. Desde luego, no todo es ideal en la caracterización de Daenerys, ya que la transformación gradual de su persona debe ir matizada por instancias que la confronten con sus propias escalas de valor, en este proceso de encarnar a la justa gobernante del mundo. Y quien va a encargarse enfáticamente de guiar a Daenerys en su camino hacia la justicia es Tyrion Lannister, uno de los personajes más sólidos (y más queridos) en cuanto a adquisición de sabiduría, que se debate constantemente entre una doble moral: al fin y al cabo, es un Lannister, aunque siempre fuera despreciado por su familia –sobre todo por el patriarca, Tywin.


Más allá de las conjeturas que pudiéramos hacer, las posibles lecturas del teaser no dejan de chocarse contra la realidad; se trata únicamente de eso: pobres conjeturas.

Por su parte, Jon Snow, viene luchando en pos de su identidad: de bastardo a Guardián de la Noche, de allí a salvaje y de vuelta al Muro como Lord Comandante, sólo para ser asesinado por un grupo de “hermanos de la Noche” encabezado por Ser Allister; pero vuelve a la vida, al ser resucitado por la Mujer Roja en el segundo capítulo de la sexta temporada, titulado “Hogar”… Y a partir de ahí el círculo se invierte hasta llevarlo de vuelta a Winterfell. Allí está a punto de conocer finalmente sus orígenes de sangre, que lo convierten en Stark y Targaryen a la vez. El personaje se acerca a la consecución de sus objetivos pero, claro, aún resta toda una temporada para conocer a dónde lo llevará esto.

No hay dudas de que el cruento, letal invierno que acecha Westeros no podría presentar pronósticos más desfavorables, y no obstante, ¿es posible que aún crezca algo de gavilla primaveral pasado el período de fuertes nevadas…?

Entre elipsis y pausas

Más allá de las conjeturas que pudiéramos hacer, las posibles lecturas del teaser no dejan de chocarse contra la realidad; se trata únicamente de eso: pobres conjeturas. De hecho, Sophie Turner, la actriz que encarna a Sansa Stark, comentó respecto a uno de los trailers, que precisamente debido a su carácter promocional, el contenido de los mismos no tiene relación directa con la serie, lo cual lejos de desalentar la profundización en este tipo de materiales audiovisuales, despertó todavía mayor interés.

Tomemos brevemente dos aspectos formales que podemos inferir de Aftermath: el primero de ellos vinculado a la pulsión rítmica con que es montada internamente esta secuencia, de poco más de un minuto; el segundo, el encadenamiento de la información, en términos de eficacia narrativa.


Si concebimos al ritmo interno como la cadencia general con que percibimos el fluir temporal al interior de cada plano, dado por elementos tales como el movimiento y la interacción entre figura y fondo (los personajes en relación a su entorno), lo cual se complementa con el tratamiento sonoro y el comportamiento de la cámara, podríamos decir que los once planos que componen este último teaser de Juego de Tronos presentan una pulsión rítmica signada por la predominancia de la quietud de los elementos destacados en cada plano, junto con la vibración gradual de un movimiento constante, dado principalmente por la triangulación cámara-sonido-fondo. Un recorrido ágil por estos elementos nos permite distinguir travellings out/in y paneos laterales, con tendencia al deslizamiento ininterrumpido, y con accesos de aceleración; presencia de música incidental, acompañada de ecos y reverberaciones del ambiente, y con marcas de acento mayormente mediante tonos agudos, in crescendo, con incorporación de graves e interrupción intempestiva hacia el final, muy característica de trailers y teasers; y la caída regular de la nieve, en aumento hasta conformar oleadas ventosas que difuminan la visión, en coincidencia con la lógica de la mostración-ocultación, por un lado, y con el aumento en la tensión dramática, por el otro.


En cuanto a la distribución de la información, y tal como ya fuimos ilustrando cuando nos referíamos a la presentación regular de objetos, nos interesa resaltar que aún cuando dicho ordenamiento no pareciera responder en principio a una lógica de causa-efecto, por ejemplo, sí nos permite ir restableciendo gradualmente un cierto criterio organizativo que, de alguna manera, posibilita la atribución de sentidos o lecturas sobre aquello que nos es presentado.


Tomados en su conjunto, estos elementos nos remiten a dos estrategias que la serie ha ido configurando a lo largo de todas las temporadas, y que, además de dar cuenta de una interesante propuesta transpositiva (la serie se creó a partir de la saga literaria Canción de hielo y fuego, de George Martin), ha mostrado resultar muy eficaz en términos de economía narrativa. Nos referimos a la alternancia constante de secuencias, que nos transporta desde Casterly Rock hasta la isla de Meereen, hasta Desembarco del Rey, y de ahí al Puño de los Primeros Hombres, todo ello a través de grandes elipsis espaciotemporales, y que, lejos de acentuar los saltos, logran conducirnos con fluidez de un espacio-tiempo al otro, de manera que somos llamados como espectadores a restablecer sentidos, invitándonos a participar de una lectura audiovisual compleja, y que no deja de hallar oportunidad para detenerse contemplativamente en cada una de las secuencias entrelazadas, gracias a la predominancia rítmica –que alterna constantemente entre dos estadíos generales: la pausa como instancia preparatoria del crecimiento dramático.


Decíamos al comienzo que el lenguaje audiovisual, por el modo como habilita operaciones de sentido cuya complejidad reside en parte en la imbricación de capas, y también (agregamos ahora) en el particular manejo de las relaciones espaciotemporales y la producción de sentidos que no están en ninguna parte, sino en la combinación o yuxtaposición de capas, cortes, imágenes y sonidos, todo lo cual conforma universos diegéticos profundamente ricos, opera bajo la lógica doble de la mostración y de la ocultación. Nos preguntamos entonces: ¿deberíamos considerar el teaser, que acabamos de revisar someramente, como un mero ejercicio propagandístico, pensado únicamente para aliviar el ansia por ver al menos unos segundos más de Juego de Tronos y alimentar, a su vez, las expectativas de cara al estreno de su última temporada? Esta pregunta retórica fue la que disparó, en definitiva, la producción de este escrito.


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