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Alvaro Fuentes

Dunkerke: la invasión de la música


En un torbellino de entusiasmo, el autor entró al cine un día con descuento a ver la última de Christopher Nolan. Pasó lo que a veces sucede: salió un poco decepcionado.


En Dunkerque, de Christopher Nolan, la música ocupa un lugar central. Para hablar de ello hay que retrotraerse a la saga de Batman dirigida por este realizador y recordar la fascinante banda sonora. Las escenas de acción eran acompañadas por monótonos acordes que creaban un clima de tensión. También podía escucharse el tic-tac acelerado de lo que parecía un reloj-cronómetro, como ocurría en la escena inicial del robo de banco. En la mencionada saga, como en la reciente película de Nolan, está la mano del compositor Hans Zimmer, artífice de infinidad de melodías del cine.


Me pareció que Nolan se repetía un poco utilizando una música muy similar a la de Batman. Más teniendo en cuenta que, consciente o inconscientemente, el cine norteamericano se vio totalmente influenciado por la banda sonora de la historia del hombre murciélago. Hay dos cosas que aquella saga diseminó como un virus voraz en el cine comercial: como ya dije, la banda sonora (lo que puede verse simplemente en los trailers de las películas de acción actuales) y el perfil psicológico del villano encarnado por Ledger.

Pero volviendo al tema inicial, la banda sonora de Dunkerque, que más que música parece la sucesión de dos acordes chillones intercalados, impone el tiempo dramático de la película. La narración de Nolan busca fundamentalmente crear momentos de tensión, llevar al espectador a esas situaciones límite de la guerra. Recordemos que narra la historia de soldados ingleses tratando de escapar de las costas francesas hacia Inglaterra, ante la encerrona de los ejércitos de ocupación nazis. La desesperación por no poder salir de esas playas, el instinto de supervivencia desatado entre los soldados ingleses y franceses, parece ser el tema de la reflexión del director de origen inglés.


Debo decir que a nivel narrativo la película no me convenció. Me parecieron demasiado estetizados los momentos de mayor carga tensional, como cuando el piloto de avión debe aterrizar en el mar y no puede salir de la cabina, y se va hundiendo lentamente. Se intercalan las escenas de este hundimiento, con las de otro hundimiento, de un pequeño barco en el que trata de mantenerse con vida un grupo de soldados, pero que empieza a descender cuando recibe ciertos disparos que no entendí de dónde venían. Se juntan dos momentos de carga tensional, se alternan uno y otro, buscando la suma de las dos cargas, y me pareció demasiado cinematográfico, demasiado explícito como recurso narrativo, demasiado obvia la intervención de un demiurgo que manipula los hechos.


Como me resultaron bastante obvias las apariciones súbitas de una melodía agradable, especie de retorno a un estado de armonía, en los momentos del relato en que interviene algún elemento que sustrae a los personajes de la permanente desesperación. La aparición de los barcos pesqueros de voluntarios para cargar soldados y llevarlos a Inglaterra por ejemplo, devolviendo la alegría a una tropa desmoralizada. La música remarca en exceso los estados de ánimo.


Siguiendo con lo que decía, no me gustó el guión de la película, me pareció un poco desordenado por momentos (hay unos entrecruzamientos entre presente y pasado que para mi gusto quedan un poco aislados en relación al resto de la película). Tampoco me gustaron las dilataciones de las escenas de acción, como dije, me parecieron demasiado artificiales. Los diálogos, que son pocos, y algunos de ellos un poco pretenciosos, no me parecieron profundos, ni me aportaron demasiado a la reflexión acerca de lo que estaba viendo.


Nolan me deslumbró con El caballero de la noche, pero a medida que pasa el tiempo más me pregunto cuánto tuvo que ver con eso la actuación de Ledger en el papel del guasón. Hay que reconocer que para desplegar ese enorme personaje tuvo que apoyarse en un buen guión. Aunque sinceramente no creo que sea el fuerte de Nolan los guiones, sí en cambio la dirección. Filma como un grande, pero tiene el defecto de no pedir auxilio en la escritura, al menos en esta última obra.


La otra película que me fascinó de Nolan es un remake de un policial nórdico: Insomnio o Noches blancas, con Al Pacino y Robin Williams. Esa sí creo que está bien contada, pero eso es fácil cuando la estructura del relato se copia de otra obra. Origen, Interstellar e incluso Memento, me parecieron demasiado enrevesadas desde el punto de vista narrativo y argumental.

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