La autora nos propone un recorrido por el cortometraje Devenir virtual bajo las luces de la intermedialidad, que convoca tanto imágenes del pasado como flashes del más inmediato futuro.
Durante cinco días pudimos asistir virtualmente a la 11va. edición del Festival de Cine REC, que se llevó adelante pese al aislamiento social preventivo y obligatorio. Fue transmitido vía internet mediante las plataformas de Instagram, Zoom y YouTube. Hubo gran variedad de cortos compitiendo, proyectos en proceso, charlas y talleres. Para analizar algunas de estas actividades, les propongo hacer un recorrido desde la perspectiva de la intermedialidad. Vamos a ver que este concepto surgió en distintas oportunidades, de manera explícita en conversatorios, e implícita dentro de obras audiovisuales. En particular nos detendremos en un cortometraje que, a mi criterio, refleja con claridad esta categoría: Devenir Virtual de Josefa Matamala (2020), alias Velvettvoid.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de intermedialidad? En este caso, me basaré en la definición del historiador de arte alemán Hans Belting, quien en su libro Antropología de la imagen (2007) analiza la naturaleza intermedial de las imágenes. Ellas circulan en nuestra imaginación a partir de recuerdos, vivencias, consumo de otras imágenes, deseos y obsesiones. Cuando sacamos una foto, pintamos un cuadro o filmamos una escena, vamos en busca de esas imágenes recopiladas y reconfiguradas en nuestras mentes. Del mismo modo, lo que se genera en el espectador al ver una película es una síntesis entre lo que percibe y lo que recuerda.
Para Belting las imágenes fluyen libremente, más allá del medio que las porte. Lo que nos hace tomar conciencia de este comportamiento son aquellas obras que nos remiten a más de un medio.
A continuación, veremos cuáles fueron aquellas instancias del festival que nos permitieron vislumbrar esta característica de las imágenes.
Desde las palabras
En el segundo día del REC se presentó el 9no. número de la revista Arkadin cuyo leitmotiv es el montaje. El docente e investigador Eduardo Russo habló de su artículo dedicado al español José Val del Omar, un artista multifacético (cineasta, poeta, fotógrafo e inventor), que buscaba transformar al público a partir de obras experimentales. En ellas combinaba distintos medios expresivos, un ejemplo es la videoinstalación Aguaespejo granadino (1953-1955). Allí presentaba una versión precoz de cine expandido, en donde la proyección desbordaba la pantalla y generaba una visión táctil (o Tactilvisión, como lo bautizó el autor) y una sensación escultórica. A su vez, el lugar físico de la reproducción del audiovisual no era una sala de cine sino una galería de arte, lo que habilitaba comportamientos espectatoriales diferentes del esperado en la oscuridad de una proyección convencional. Se podía recorrer el espacio, ver la pantalla desde distintos puntos de vista, y tener un mayor control de la temporalidad de la experiencia. Se trata de un caso de obra intermedial: es audiovisual, pero nos remite a su vez a otros medios, vinculados con las artes plásticas. Esto lo podemos pensar porque ya contamos con un archivo propio de imágenes en nuestra memoria, a partir de experiencias personales previas: visitando museos, viendo exposiciones de arte por televisión, o imaginando lo que describe algún libro de historia del arte.
También se retomó este concepto en el conversatorio que cerró el taller Entre la pantalla y el anotador: Workshop sobre escritura en clave cinematográfica, organizado por la revista digital de cine La Cueva de Chauvet.
En este último encuentro, moderado por Juan Velis, y con la presencia de Camila Bejarano Petersen, Gustavo Provitina y Ana Pascal, se presentó la nueva sección de la revista, llamada Inclusive, que busca incorporar aquellos análisis que den cuenta del diálogo del cine con otras disciplinas. Se destacó la presencia de cortometrajes en el festival que rompen con la ya antigua divergencia de los medios. Tal es el caso de las obras de videodanza que participaron en la competencia, y del seminario Fuera de Campo, dedicado a explorar este lenguaje híbrido.
Así, la intermedialidad de la imagen fue una idea que sobrevoló a lo largo del festival a través de la palabra; veamos ahora cómo pudo materializarse en el siguiente cortometraje.
Desde la obra
Devenir virtual es una obra audiovisual dirigida por Josefa Matamala (quien se hace llamar Velvettvoid), directora oriunda de Chile. Obtuvo una mención en la categoría no oficial del REC, otorgado por MUA, Asociación Civil Mujeres Audiovisuales. Nos interesa particularmente ya que desde sus decisiones estético-realizativas pone en evidencia el diálogo existente entre las imágenes del recuerdo y las imágenes de la percepción física de la obra, remitiendo ostensiblemente a diversos medios.
Es un cortometraje que rompe con la estructura narrativa clásica: no tiene principio, nudo y desenlace bien delimitados, un conflicto evidente ni personajes con motivaciones claras. El montaje de las secuencias responde a una lógica simbólica/asociativa, y no narrativa. Tampoco hay una curva de transformación dramática, en la que un personaje desarrolla distintas acciones para alcanzar un objetivo, sino que se acerca más al videoarte o al ensayo audiovisual, ya que el relato avanza gracias a las distintas reflexiones o preguntas que se le plantean al espectador, y por el uso experimental de los recursos audiovisuales.
Realizativamente podemos diferenciar dos elementos centrales: la voz off y las imágenes. Dejemos momentáneamente a un lado a esa voz que acompaña al espectador de principio a fin, y empecemos por desglosar el otro componente, para intentar observar desprejuiciadamente las relaciones que se establecen entre las imágenes, y luego conectarlas con los indicios interpretativos que nos propone la voz off.
Las imágenes: medios dentro de medios
El audiovisual comienza con la imagen de un código fuente, es decir, un texto escrito en lenguaje de programación que le indica al software qué acciones debe ejecutar. No es necesario ser informático para haber visto alguno, si tocamos accidentalmente Ctrl + U en el teclado de la PC mientras navegamos en la web o si miramos alguna serie como Mr. Robot, es probable que hayamos visto uno similar en pantalla. Quizás no conocíamos la denominación, pero sí la imagen y el medio al que hace referencia.
En este plano, alguien interviene el código fuente tipeando frases reflexivas, y por ende no aptas para ser procesadas desde la programación, tales como: “¿Puedo vivir al otro lado de nosotros mismos?”.
Se plantea una paradoja: ¿se pretende hacer reflexionar a un sistema binario? ¿Existe un deseo de controlar y programar las emociones? ¿Buscamos respuestas virtuales a preguntas existenciales…?
Lo siguiente que vemos es un escritorio de PC (versión ‘95 o alguna similar) con un efecto de repetición y punto de fuga que podría seguir hasta el infinito. Parece un truco, un juego, o quizás un error. ¿Quién no tuvo la mala experiencia de sobrecargar un Windows o infectarlo con algún virus? Los resultados son similares (dignos de galerías de arte): congelamientos, repeticiones, parpadeos y hasta destellos de colores.
A partir de esta secuencia el ritmo del montaje se acelera, los planos tienen menor duración temporal, se superponen, se distorsionan y por momentos disminuye su grado de iconicidad. Aquí se dialoga con la estética VJ, utilizada para acompañar a los DJ en sus presentaciones. Generalmente son imágenes abstractas con colores brillantes cuyo movimiento interno y externo, de montaje entre planos, depende del tempo de la música. Es el mismo criterio de montaje que suele utilizarse en los videoclips.
En otro momento vemos imágenes de una aplicación de celular que se utiliza para tener citas. “Hiciste match con Valentina”, dice uno de los frames. Las apps de citas son un nuevo medio para encontrar pareja (generalmente efímera) cuyo principio es la celeridad. Cita tras cita, lo cuantitativo sobre lo cualitativo ¿Cuánto nos detenemos en cada imagen del corto? Lo mismo que en cada cita. Siguiendo esta línea de análisis, podemos inferir que las decisiones formales de la obra aportan a la semántica del texto audiovisual. La lógica es sumativa, se acumulan indicios e ideas a partir de asociaciones entre las imágenes y entre las secuencias y la mirada del espectador.
Lo siguiente que vemos son cuadrados de colores que nos recuerdan a los píxeles de la fotografía o video digital si realizamos un gran “zoom in” en la imagen. Hace más de veinte años que se incorporaron al mercado las cámaras digitales, por lo cual el concepto de píxel y su imagen característica es parte de nuestro imaginario colectivo. Lo vemos e intuitivamente sabemos de qué se trata y, otra vez, a cuál medio nos remite.
En la siguiente secuencia exploramos imágenes de Instagram que abarcan la totalidad de la pantalla, como si usáramos un celular. En la actualidad, es una de las aplicaciones más utilizadas del mundo. Cada perfil tiene un carácter identitario, las personas eligen de qué modo mostrarse públicamente y con quiénes compartirlo. Hay usuarios que inventan vidas virtuales convirtiéndose en personajes ficticios. ¿Existo y me hago un perfil, o porque me hago un perfil existo?
A modo de flashes comienza a aparecer la imagen de una criatura virtual hecha en animación 3D, parecida a un maniquí en un espacio vacío (¿un no lugar?). Esta criatura nos recuerda al tipo de imágenes que podríamos experimentar usando lentes de realidad virtual. Se produce un montaje paralelo entre la red social y la animación digital. Este recurso tiene la intencionalidad de asociar simbólicamente dos situaciones que transcurren en espacios, tiempos y realidades diferentes, pero al unirse construyen sentido.
Una imagen tapa a la otra, las fotografías llenan la totalidad de la pantalla a un ritmo frenético. Se genera una especie de asfixia visual. La forma comunica sin necesidad de mediar palabra. Para completar esta idea, irrumpe otro espacio de representación: una mujer desnuda sobre fondo negro que se mueve expresivamente, en un intento por escapar del encierro.
En otra secuencia vemos una carpeta de documentos en PC que abre y superpone fotos, generando una composición visual geométrica. Una imagen tapa a la otra, las fotografías llenan la totalidad de la pantalla a un ritmo frenético. Se genera una especie de asfixia visual. La forma comunica sin necesidad de mediar palabra. Para completar esta idea, irrumpe otro espacio de representación: una mujer desnuda sobre fondo negro que se mueve expresivamente, en un intento por escapar del encierro. Realiza movimientos bruscos cuasi robóticos; su cuerpo está teñido por una iluminación rojiza, color que universalmente significa peligro. Este segmento nos remite a una danza contemporánea o pieza de expresión corporal. ¿Un espasmo de videodanza?
También encontramos referencias al arte vanguardista de la segunda mitad del siglo XX. Pantallas encendidas en grandes espacios negros o apoyadas sobre paredes, como expuestas en una galería o museo de arte. Nos recuerda a las videoinstalaciones con pantallas del surcoreano Nam June Paik, realizadas entre la década del ‘60 y los años ‘90. Estos planos generales, que dialogan con otras expresiones artísticas, muestran un vacío espacial y simbólico. En ellos no circulan personajes ni espectadores como ocurriría en una exhibición de arte. Aquí solo hay pantallas aisladas como entes autosuficientes que se accionan a sí mismas. ¿Dónde están las personas?
La voz off y los sentidos posibles
En Devenir Virtual, la voz off tiene dos funciones centrales: unificar y narrar. En primera medida, aglutina las imágenes ya que son de diversas procedencias, con propuestas visuales muy diferentes entre sí, cuyo montaje no persigue la continuidad, sino que evidencia la fragmentación. Dicho de otra manera, lo que ordena el caos (digital), es la reflexión.
Tiene función narrativa porque es lo que hace avanzar el relato. De no existir, sólo tendríamos secuencias aisladas sin posibilidad de progreso. Como mencionamos anteriormente, no hablamos de un relato clásico en donde hay conflictos dramáticos y transformación de personajes, pero sí hay ideas que reconstruye el espectador a partir de los aportes de la voz off en relación con las imágenes.
A su vez, la narración tiene dos capas o tramas. La trama principal es un personaje que reflexiona en primera persona acerca de la relación entre el ser humano e internet (“¿Algo de esta interfaz nos conecta?”), y la subtrama es una relación amorosa entre esa misma voz y un interlocutor/a ausente (“te scrolleo el feed, cuando extraño tus selfies, y puedo sentirte”).
Dentro de la trama principal encontramos frases que cuestionan el uso de la red, como “¿Somos una simple base de datos sin cuerpo, codificado en números binarios?”, al mismo tiempo que vemos las imágenes de la aplicación para conseguir citas. Lo que nos lleva a interpretar que su uso es deshumanizante y maquínico. Otras frases apuntan al borramiento del límite entre lo real e imaginario, lo auténtico y lo ficticio, lo orgánico y lo virtual: “Pienso que soy un cyborg (…) un organismo cibernético. Un híbrido de máquina y organismo. Criatura de realidad social y también de ficción”. Mientras dice estas palabras, se superpone otra voz off (distorsionada) repitiendo la misma línea de diálogo. Este recurso sirve para acentuar la idea de dualidad. Visualmente corresponde con las imágenes de Instagram. “El dispositivo deviene escenario, producimos imágenes y fabricamos relato, escena y personaje”. Para la voz off, el uso de las redes sociales significa aparentar y llevar una doble vida: “¿es mi representación social digital como una ciberutopía ante un presente distópico?”, sugiere que la insatisfacción y la necesidad es el motor de sus usos.
La subtrama amorosa la encontramos en pasajes como: “pongo tus stories a ver si publicaste algo que estás haciendo (…). Me gustaría alguna vez conocerte. ¿Me gustaría conocerte?” La voz off se dirige a otro personaje que se encuentra ausente en el relato. No vemos su imagen ni escuchamos su voz, pero es el interlocutor. No hay diálogo ni respuesta. La soledad es un tema que subyace, el efecto sonoro del eco en la voz refuerza esta idea. También pone en duda el deseo: ¿realmente quiere conocerlo o es un pasatiempo? ¿Conocer al otro es lo que importa en el mundo virtual?, son algunas de las preguntas que quedan resonando.
La forma de la voz off también nos sugiere posibles sentidos interpretativos. “Todo lo que existe en el mundo existe en internet y si no, puedes escribirlo”, dice el personaje mientras vemos el código fuente siendo intervenido con el tipeo: “y si no, puedes escribirlo”. Aparece la lógica de la repetición. Decirlo, escribirlo y verlo. Programar es, literalmente, escribir para que algo exista de manera virtual.
“Si somos al mismo tiempo vulnerabilidad… Si somos al mismo tiempo vulnerabilidad y deseo. Ay no, otra vez. Si somos al mismo tiempo vulnerabilidad y deseo”, ensaya el personaje de la voz off. No hay intenciones de ocultar el artificio de la realización audiovisual, al contrario: se acentúa.
En otra secuencia dice: “¿en qué momento nuestras emociones comenzaron a fluir virtualmente? ¿En qué momen…? (…) ¿En qué momento nuestras emociones comenzaron a fluir virtualmente?”. Utiliza un efecto de superposición y repetición que nos remite a la experiencia de dañar un Compact Disc.
También encontramos intermedialidad en la dimensión sonora, el recuerdo de experiencias previas complementa e influye a la interpretación. ¿Algo está dañado? El cortometraje en su totalidad genera una sensación de loop o espiral del cual no podemos salir.
Las acciones no producen cambios o transformaciones, todo parece tener el mismo nivel de importancia. “Me muevo somnolienta en esta hipercomunicación anestésica”, dice. La repetición funciona como un mantra, para calmar la mente y no pensar (críticamente).
En consonancia con el uso de imágenes disímiles y fragmentadas, la voz off también presenta contrastes de este tipo. En una misma línea de diálogo pueden encontrarse incongruencias: “el panóptico nunca fue tan real. Me gustan las luces que se generan, quizás el brillo está muy alto”, u: “holi, te vi online y te escribo pero rápido lo borro. Siempre me encantó el sonido del teclado”. Pasa de una cosa a la otra sin conexión aparente. Lo mismo ocurre con las imágenes y su montaje. La estética del collage, el salto y la dispersión. “Scrolleo selfies de alguien que no conozco. Imágenes, imágenes, imágenes (…) Escribo y borro, escribo y borro, quiero mantener esta sensación, pero ya ni sé lo que escribo”.
Estas frases en contenido y forma transmiten la idea de que existe un uso absurdo de internet y las redes sociales. Predomina la pérdida de tiempo, la superficialidad y la inercia del sin sentido.
Artificio y conciencia
La voz off define explícitamente a internet como un “no lugar”. Es interesante pensar la espacialidad en las imágenes del cortometraje. La mayoría de los planos suprimen la perspectiva, que es la representación canónica del espacio. Se aleja de la mímesis, es decir, de la imitación de la naturaleza. El cine clásico se caracteriza por esconder todos los rastros de la maquinaria que produce las imágenes, y así brindarle al espectador una experiencia de ensueño e identificación con los personajes. Nos hace “olvidar” que estamos viendo una película, y esto sucede porque el sonido es realista, sin ruidos ni interferencias, no vemos cámaras, cables o reflectores. El montaje es transparente, ocurre sin que lo notemos. En Devenir Virtual prima la artificialidad, expone y deja en evidencia que lo que vemos es producto de la manipulación.
Hay un exceso visual constante. Un flujo de imágenes desaforadas que parecieran estar gritándole al espectador que sea consciente de ellas, del excesivo consumo diario de información visual. De la fragmentación temporal en nuestras vidas y la dificultad de focalizar en algo específico, como ocurre en la organización del relato audiovisual.
“Quisiera mostrarte todos mis formatos”, expresa la voz off, y pareciera que es la mismísima Imagen hablándonos desde el éter, desde ese no lugar que es la imaginación: individual y colectiva, histórica y cultural, que puede plasmarse en infinidad de medios y sin embargo no atarse a ninguno. A partir del recuerdo de nuestras experiencias previas e imágenes archivadas en la memoria, el corto nos remite a diversos medios: computación, fotografía digital, artes plásticas, dibujos animados, animación digital 3D, realidad virtual, VJs y videodanza. La intermedialidad de las imágenes es el principal recurso estético del film, y opera al servicio de la toma de conciencia del espectador. Pasar abruptamente de un tipo de imagen a otra totalmente diferente impide que seamos espectadores crédulos y nos dejemos llevar por la narración. Desde mi perspectiva, este uso del lenguaje realizativo está emparentado con la intencionalidad última del corto: que no seamos consumidores pasivos de internet, que tengamos una mirada crítica y consciente del mundo digital.
Bibliografía
Russo, E. (2020). Aspectos del montaje en la poética de Val del Omar. Arkadin, (9).
Belting, H. (2007). Cap 7: la transparencia del medio. La imagen fotográfica. En Antropología de la imagen. Buenos Aires: Katz.
Píxel. (2020) En Wikipedia. https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=P%C3%ADxel&oldid=127994430
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