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Foto del escritorSebastián Vivarelli

Fauna extraterrestre

En este nuevo artículo, el especialista en afiches de La Cueva nos propone analizar los posters de películas sobre extrarrestres; desde el bondadoso ET de Spielberg hasta el asesino Depredador de John McTiernan, pasando por los marcianos extravagantes de Tim Burton y el misterioso hombre que cayó a la Tierra interpretado por David Bowie.



La eterna pregunta que sigue sin respuesta: ¿hay vida extraterrestre? Aún no existen evidencias concretas — y, si las hay, están bien custodiadas. El cine dio vida a infinidad de alienígenas: dóciles y amigables, destructivos y belicosos, cada uno con morfología y carácter propios. Algunos con formas definidas, otros mimetizados en cuerpos ajenos. Un amplio bestiario que incluye insectos gigantes, seres vegetales, entes amorfos y monstruos interplanetarios.


Sin dudas, entre los más aterradores se encuentra Alien (1979) de Ridley Scott (creación del artista suizo H. R. Giger). El afiche de la primera película de la saga condensa el clima de terror y suspenso del relato, que recién mostrará al monstruo en las escenas finales. La gráfica sugiere extrañeza, mostrando el capullo extraterrestre a punto de romperse. El fondo negro —metáfora del cosmos— potencia el sentido de la frase «En el espacio nadie te oirá gritar». Un todo visual opresivo y asfixiante. Aliens (1986) es una película de hembras/madres, algo que se ratifica en la pieza: Ripley (mujer de armas tomar) sostiene en brazos a la pequeña Newt —su hija adoptiva en el film—, pronta a enfrentar a la Reina alien en su propio nido.


Del poster de Alien: Covenant (2017) destacan, además de una composición oscura y barroca, similitudes con las ilustraciones de El paraíso perdido, realizadas por Gustave Doré.



En el extremo opuesto (el alienígena amigable) encontramos a E.T. the Extra-Terrestrial (1982). Su poster menos popular resulta el más enigmático de todos. Entre un cielo extraño y colorido (digno de un relato de Lovecraft) asoman las luces del ovni. Como detalle, es el único caso en el que el nombre “E.T.” lleva color. El segundo cartel es el más icónico y conocido. Tanto, que la productora de cine Amblin Entertainment (dirigida por el propio Spielberg) utiliza la bicicleta voladora como logo.


La tercera versión —impregnada de optimismo— promueve la hermandad interplanetaria. Citando a la Creación de Adán de Miguel Ángel, enfatiza el contacto de manos con un aura de luz.



Films como Invasion of the Body Snatchers (1956), The Thing (1982) y Under the Skin (2013) plantean otro tipo de invasor: aquel cuya forma se adaptará al cuerpo usurpado, generando extrañamiento en lo que antes era familiar. Si bien los posters de Invasion of the Body Snatchers grafican una invasión extraterrestre —con los humanos huyendo—, la estructura de la primera pieza se asemeja —involuntariamente— a una escena de baile. Las personas parecen seguir coreografías, iluminados por haces de luz. Como sostienen teóricos de la comunicación, las connotaciones de una imagen (por suerte) no siempre son controlables.


The Thing, del maestro del terror John Carpenter, comunica con sutileza: sin mostrar al ente, sugiere la posesión —metamorfosis mediante— de una persona. Tanto la vestimenta como el fondo remiten al frío y al hielo, anclando con el lugar donde se desarrolla la trama: la helada e inhóspita Antártida.


Sin dudas, Under the Skin es uno de los films sobre invasores más personales. Además del guión, el uso del espacio y la puesta en escena —las situaciones sobre fondos negros son memorables— la convierten en una rara avis. Conceptos visuales que se replican en el afiche: el rostro de Scarlett Johansson —la alien en cuestión— se funde con el negro, entre puntos de color que remiten al espacio exterior.


Párrafo aparte para el poster de The Man Who Fell to Earth (1976). Más de una vez se sostuvo que David Bowie era extraterrestre, un ser llegado a la Tierra para cambiar el curso del arte (sobre todo de la música). De hecho, él mismo jugó con esa idea al crear a Ziggy Stardust: un alien andrógino devenido su alter ego. Universo conceptual que confluye en el afiche, cuyo resultado estético bien podría funcionar como portada de vinilo.



Tanto War of the Worlds (1953) como Independence Day (1996) sintetizan la idea del invasor beligerante. En el cartel de la primera predomina la ilustración como técnica. Las escenas muestran caos y destrucción tecnicolor, evidenciando la indefensión humana. Junto al título del film aparece el nombre de H. G. Wells, autor de la novela homónima en la que se basa la película. En Independence Day, composición y manejo de escalas enfatizan el peligro de una invasión inminente.


Las naves siempre aparecen más grandes que la Tierra —o la ciudad a invadir—, así como la posición en diagonal de las mismas refuerza la idea de agresión.



En cuanto a su retórica visual, los posters de Mars Attack (1996) de Tim Burton son “transparentes”: desde su estética, anticipan el tono pop y el humor negro del film. Valiéndose para ello de recursos gráficos (ilustraciones, tipografías, paleta cromática) que homenajean al cine de los 50 y a la estética cómic.



El hombre es el lobo del hombre. Y también de los aliens. Algo evidente en la violenta, irónica y explícita Starship Troopers (1997). En ella, el ejército desembarca en un planeta colonizado por insectos gigantes. El poster anticipa el tono bélico del film: la violencia y el horror de la guerra desbordan el afiche, así como sucederá en pantalla.


Si de exterminar al invasor se trata, quién mejor que Arnold Schwarzenegger. El cartel de Predator (1987) no reviste mayor originalidad, excepto por un detalle: el tratamiento visual sugiere que Arnold está siendo observado —visión térmica mediante— por el letal invasor.

Si bien todo cine es político, District 9 (2009) lleva esta máxima al límite. En la película, los alienígenas son aislados en villas/campos de concentración y tratados como parias por los humanos. El poster sintetiza esta situación, mediante una señal —sobre un alambrado de púas— con el contorno del invasor baleado. La frase que acompaña al título es contundente: “No eres bienvenido aquí”.



Hacer contacto. Ese viejo anhelo de científicos y creyentes en la vida extraterrestre. El poster de Close Encounters of the Third Kind (1977), a tono con la trama del film, sugiere más de lo que muestra: recién al final de la carretera descubriremos si el resplandor pertenece a una nave. Como dato interesante, el texto del cartel describe las tipologías de encuentros cercanos. Sobre un fondo nocturno y estrellado, Starman (1984) también forma parte de las piezas sutiles. Una estrella fugaz sugiere el arribo alienígena. Su estela completa además la forma de la letra “A” del título. Signs (2002) da cuenta de la presencia alienígena exhibiendo señales en el suelo. Algo que recuerda a las enigmáticas líneas de Nazca.


La idea de extrañamiento está dada por el uso del color. Contact (1997) y The Arrival (1996) —la primera de resolución visual pobre— tienen un punto en común: resumen la idea de contacto mostrando radiotelescopios, es decir, haciendo foco en la tecnología científica. La gráfica de Arrival (2016) es, sin dudas, la más enigmática de todas (al fin alguien imaginó una nave en posición vertical). La frase “¿Por qué están aquí?” completa el clima de tensión y suspenso.


Como muestran las piezas, existen infinidad de alienígenas posibles. Al menos en la imaginación cinéfila. La humanidad no pierde las esperanzas en —algún día— hacer contacto. En palabras de Fox Mulder: we want to believe.


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