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Foto del escritorMartín Toncini

Gritos en el planetario

El autor comparte sus singulares impresiones sobre “Gritos en el Planetario”, un festival realizado durrante septiembre de 2023 en el Domo del Planetario de la Universidad Nacional de La Plata, cuyas características arquitectónicas resultan totalmente novedosas, no sólo para el firmamento galáctico sino también para el cine de género de terror.


La ciudad de La Plata está siendo afectada por un acontecimiento inusual, una peste misteriosa que circula entre sus calles está cobrando más relevancia día a día. Su término es “cinefilia” y a pesar de que los expertos le dan una corta duración, sin embargo su carácter venenoso no para de transmitirse apenas hacer contacto en alguna sala oscura. El primer síntoma se produjo días atrás cuando inició el primer festival internacional de cine de la provincia FICPBA, a partir de ahí le siguieron el festival de cine argentino de La Plata FESTICALP, el festival internacional de cine de Ensenada y se espera a terminar el mes otro de renombre FESTIFREAK. Sin embargo, entre estos especímenes sobresale una estirpe de extraña forma que llama poderosamente la atención de la población. En resonancia con los primeros florecimientos del cambio de estación, brota descomunalmente desde el corazón mismo de nuestro bosque, lo que tantos temían encontrarse. Logra emerge de su estado de incubación la segunda edición del Festival Internacional de Cine de Horror denominado “Gritos en el Planetario”.

I Septiembre, 2023. Todo lo que diré a continuación es cierto. Con “gritos” no me refiero a aquellos que se pueden escuchar entre juegos infantiles o cánticos de las hinchadas de fútbol en el bosque, sino a aquellos gritos mudos, que se manifiestan bien desde adentro y, desgarradores, llenos de miedo y espanto de ser pronunciados. Déjenme contarles lo que sucedió. Camino atravesando el centro por la diagonal de manera que logro restar las distancias que me quedan del mapa numérico que tiene la ciudad. Dejo atrás La Catedral estilo gótica, los picnics en las plazas y la vida diurna repleta de gente paseando. Mientras tanto voy chequeando la información en mi celular: Cuatro días bajo el Domo del Planetario de la Universidad Nacional de La Plata, ubicado en el Paseo del Bosque… los días 14 al 17 de septiembre…se exhibirán una selección de lo mejor del cine de género de terror y afines producido actualmente en Latinoamérica…entrada libre y gratuita… eventos en paralelo, ventas de artículos y ... un sonido molesto me hace levantar la vista, me doy cuenta que estoy en calle 1 para por fin proceder a ese submundo donde se encuentra el bosque, alejado de todo orden. Ya a esta altura puedo distinguir un aroma embriagador que emana en esta fauna silvestre de baldosas flojas y departamentos en alquiler. Un néctar romanticón empieza a revolotear por el aire, sediento de sangre. El silbido del viento se pone molesto, estoy en medio de una tormenta que no logra caer nunca. Hay un intenso vaivén de aires cálidos que chocan con frentes fríos, intentando abrir paso a una primavera incipiente en estos últimos días de invierno.

La estatua de una mujer a la que le cortaron las manos se me aparece en la entrada del paseo, trato de no mirarla demasiado pero me señala el camino por donde debo seguir, sé que es un mal augurio. Sigo con mis pasos en bajada al ras de las rejas del zoológico que decora esta bienvenida, algunas ramas de los árboles sobrepasan la pared e intentan tocarme. Entreveo por el gran portón de barrotes que tiene en su entrada la nada misma, sólo se escuchan lamentos de animales que estuvieron metidos ahí presos (o que están, quién sabe) pero no logro distinguir cuál es cuál, sus ecos dolorosos son como una gran onda de frecuencia sonora en desequilibrio, producto de un tiempo pasado. Los postes de luz empiezan a teñirse de un blanco artificial cuando el sol se retira a mitad de la tarde. A un costado, en una laguna de un verdor brumoso levita un bote sin pasajeros y un parque de diversiones improvisado sucede entre puestos de choripán y cumbia. A mitad de mi recorrido un pequeño camino se desdobla como invitándome a pasar hacia un interior más profundo, entre la oscuridad de los árboles logro distinguir a lo lejos un museo imponente, resguardado por dos tigres blancos ubicados en la cima de una gran escalinata, quienes custodian los cadáveres de todas las especies posibles, habidas y por haber en este mundo terrenal. Decido no meterme y tratar de confiar en mis pasos que parecen querer abandonarme en este camino de tierra por el que vengo, entre piedras y palos, cruzo rápido el anillo de acero por entre medio de los ciclistas y corredores quienes andan ciegamente en un rodeo sin fin. De repente encuentro lo que tanto estaba buscando, de entre las sombras aparece como un meteorito caído del espacio: El Planetario de la Universidad. II Lo que sigue es un intento de reconstruir mi memoria. Al ingresar recuerdo leer en el letrero informativo escrito con sangre "Entre bajo su propio riesgo”. Misma sangre que se replica en la decoración del festival dentro de los baños, vidrios y demás espejos. En el patio interno se ubica una feria con distintos puestos de compras aludiendo a productos del cine de terror, ya sean remeras, accesorios, impresiones 3D, comidas, etc. Todo realizado de manera autogestiva. Lo más llamativo de este evento es que a diferencia de una sala de cine tradicional, donde hay que descender entre butacas para sentarse frente a una pantalla rectangular, el interior del Domo del Planetario se presenta espeluznantemente curvo y de un envolvente rojo intenso. La sensación ahí dentro es en principio claustrofóbica. No hay manera de escapar. Por lo que una vez hacer contacto con este ambiente mis recuerdos comienzan a sufrir alteraciones. Se nos ingresa subiendo por una especie de tarima para luego rodear toda la pantalla que comienza casi desde el suelo hasta cubrirlo todo por el techo envolvente. Al ubicar nuestros asientos, ingresan lxs organizadores para decir unas palabras de presentación y al dejarnos solxs es la misma cúpula la que se manifiesta y nos habla ya directo a nosotrxs para decirnos que apaguemos los celulares. En el momento en el cual el murmullo parece controlarse la cubierta techada pega un fuerte ruido y se abre, desaparece sin más. Todxs miramos hacia arriba, a la gran pantalla deforme, a la que por cierto dudamos si en verdad sigue ahí. Puedo ver el cielo como nunca antes, lleno de estrellas, casi que las puedo tocar. Despegamos de la tierra, del planeta diría, como en una cápsula espacial, vemos cada vez más de cerca la noche y es aquí es el punto exacto cuando comienzan los gritos. En mi intento por defenderme me agarro fuerte del asiento, necesito sentir seguridad plana, por lo que golpeteo con mis pies el suelo para sentir que todavía estoy acá sentado, vivo. Griterío por doquier. Estoy atravesando una experiencia insólita, semejante a la de los primeros espectadores ilusos con el visionado de La llegada del tren a la estación de los hermanos Lumière en 1895 cuando el tren parecía que se les venía encima. No sé para esta altura ya cuanto tiempo pasó desde que estoy sentado, ni siquiera se con exactitud donde estoy o cómo salir de acá, sólo se escuchan gritos al unísono como en el zoológico. Gríto. La única y última expresión posible en un caso como este. El espacio exterior sin marcos ni límites, toda la galaxia es cine. Un verdadero soñar mirando las estrellas. Esto es el futuro. III Queridxs lectorxs, no esperen de su narrador una construcción lógica y causal de los hechos, todos mis sentidos quedaron obnubilados al pasar por este fenómeno bestial. Acompáñenme hasta el final para poder contarles lo que viví. De alguna manera, paso esa misma tarde viendo los objetos que venden para mantenerme dentro del área visible del lugar y afuera, lejos de esa máquina que casi nos traga. Una cierta seguridad me mantiene protegido de lo que se esconde incluso más allá del Domo. No sé bien dónde termina este circuito, hay pequeñas casonas y/o estructuras antiguas que se sortean al fondo entre la oscuridad al bajar por un caminito en zigzags. Tengo la impresión de haber entrado a la Facultad de Astronomía ubicada en ese lugar alguna vez pero no estoy seguro. Pareciera ser una zona restringida. Una gran cantidad de gente va llegando para entrar al Domo, yo decido irme para otro lado. Me siento convocado a la charla “El resurgir de los monstruos. Narrativas de terror en tiempos de convulsión social.”- y visual, agregaría– por Alejando Noguera y Emmanuel Sticchi. Se realiza al aire libre, a un costado del establecimiento de manera improvisada. Tengo la imagen en mi memoria de estar sentado en una gran tela roja, acompañado de no más de 10 personas. Sólo faltaba una copa en el medio, por eso puse mi celular como conector entre las palabras y los presentes.

A continuación, lo que mi grabadora pudo registrar:

Estamos reunidos en este encuentro por un interés en común: “Cómo podemos pensar lo monstruoso en el cine actual” – y en lo latinoamericano - claramente el monstruo no es el mismo… …El género terror se involucraba en las cuestiones sociales de cada época de distintas maneras. En la década de los 30, 40 el terror venía de lugares exóticos, inexplorados. Se producía la dicotomía de lo que era civilizado/científico y la monstruosidad (incluso también podría convivir ambas en un solo ser) el capitalismo o la mirada civilizatoria parecían algo positivo. Luego se comenzó a mostrar de otra manera, en los 60-70 se transforma el miedo y la violencia en algo más bien urbano. Los monstruos no aparecen como algo exótico sino como gente común y corriente… -Voz de Emmanuel -escritor, docente, codirige el espacio Museo Negro Cine- … mi vinculación con el género se da por una afinidad estética, creo que es a María Negroni a quien escuché decir que el gótico o el terror es una inclinación del gusto y que esa inclinación del gusto un poco lo tiñe todo consecuentemente… los cuentos que escribo puede llegar a tocar lo sobrenatural o no. Yo soy de Corrientes y puede que esté atravesado por la mitología y creencias de donde vengo, las religiones afro-brasileras, las revisiones del catolicismo… -Voz de Emiliano –al que se define como Cartero. Amante de la paranoia. Fan del Caio Enría.- … En tu ciclo de cine @museonegrocine presentaron la película Fresh (2022) de Mimi Cave, la cual define un poco la idea de lo que es el monstruo actual, podríamos decir que es básicamente un hombre, en el sentido más estricto de la palabra hombre o varón heterosexual, blanco, de clase media-alta o por ejemplo también en Watcher (2022) de Chloe Okuno, donde una mujer que está en un espacio ajeno al suyo tiene que denunciar un acoso y nadie le cree. Premisa sencilla donde el cine está mirando esta problemática…creo que a partir de Get Out (2017) de Jordan Peele y la última ola del feminismo ha aparecido en el cine de terror este sentido del miedo. Lo monstruosos ahora se lo ve con otra contemplación. -Voz de Emmanuel: … hay distintas oleadas. Esta es una época interesante donde pareciera ser que el cine de terror está en un auge muy fuerte (pero creo que el terror ha estado en auge siempre). Yo nací en el 88 y había terror, crecí viendo Escalofríos, ¿Le temes a la oscuridad?, Buffy la cazavampiros, The X-Files, y si bien ahí había todavía vestigios de los monstruos más clásicos, si siento que al siglo XXI esa idea que se venía arrastrando de la monstruosidad más consagrada un poco lo hace estallar por los aires. En este sentido, ya no alcanza porque también muchas veces esa idea de monstruosidad solía ser discriminatoria, desde Freaks (1932) de Browning hasta The Sentinel (2006) Clark Johnson, donde individuos con mal-deformaciones reales presentan ser lo aterrador en la película, y por ende se remarca cierta incorrección… Hoy la monstruosidad se corrió hacia otro concepto como puede ser la masculinidad toxica, como en La chica del tercer piso (2019) de Travis Stevenson Wounds –heridas- (2019) de Babak Anvari, donde un hombre alcohólico arremete su violencia hacia la mujer. Otro tema puede ser la salud mental, tanto en la literatura como en el cine, es un tópico de forma monstruo en base a la idea del trauma, Smile (2022) de Parker Finn, una mujer que toma forma monstruo pero que en realidad se deforma en otras apariencias, como un trauma que se contagia a lo It Follows (2014) de David Robert Mitchell, donde se encarna la monstruosidad desde la sexualidad. -Uno de los presente agrega: Claro… no es suficiente la caracterización del monstruo prototipo clásico, ese ser extraño para causar miedo es hoy algo más cercano, lo cotidiano llevado al extremo… -Voz de Emiliano: … no sé si todas las películas de terror tienen que tener un monstruo. No sé…estoy pensando en voz alta. Sino más bien en una atmosfera, vinculado a un estado de la mente que a algo en sí concreto. Starry Eyes (2014) de Kolsch y Widmyer por ejemplo plantea la cuestión de la belleza a cualquier costo, atravesado incluso por el #metoo y las sectas de Hollywood… las sectas tiene que ver con la perdida de lo individual. El miedo en esta época es eso, me da la sensación de que todas estas cosas tienen que ver con dejar de ser “nosotros”, que la concepción del individuo como tal desaparezca… En X (2022) de Ti West, se trabajan conceptos como la juventud y la vejez -otra monstruosidad contemporánea– en relación a la crepitud del cuerpo, a los que los protagonistas son acechados por “viejos” malignos como antagonistas del relato, y en sintonía con su precuela Pearl, el deseo de la fama, el éxito individual, se ven perdidos atrapados en ese pequeño pueblo y la reacción ante eso es la violencia más extrema, la imposibilidad de conseguirlo. Falta la tercera parte MaXXXINE… veremos a dónde llega… -Una voz desconocida nombra a Freddy Krueger y Jason. -Voz de Emmanuel: …asesinos seriales sobrenaturales, superhombres, esa lógica está un poco agotada, quieren revivir esas franquicias y no terminan de funcionar. Hay algo con la época que no encaja, no funciona… - Unx de lxs presente interviene: …Con los zombie pasa algo parecido, antes de Romero la cuestión zombie tenía que ver con lo vudú por ejemplo, eran casi fantasmas como en White Zombie (1932) con Bela Lugosi o como en I Walked with a Zombie, aquella película de la década del 40 dirigida por Jacques Tourneur, donde ronda la creencia de zombies en una isla de esclavos con poderes curativos –se recuerda la escena de la caminata de uno de los personajes por una especie de campo salvaje donde aparece un ser misterioso poseído a contra luz – Y por supuesto, con Night of the Living Dead (1968) Romero definió un estilo que perdura. -Voz de Emanuel: la idea del zombie en definitiva, es esa cascara vacía que sigue repitiendo sus acciones, medios vivos, medios muertos como metáfora de la humanidad entera, querer seguir repitiendo un ciclo… - …o la idea de contagiar la peste... - se escucha decir a alguien al fondo - ...donde se arman en grupo y construyen su propia sociedad porque quieren seguir permaneciendo, Zombieland (2009) por ejemplo. Hay algo de una voluntad, de un cuerpo vacío que se repite sin un propósito real… -Voz de Emilio: Tanto el que está infectado y el que sobrevive está preso en esa dicotomía también, se convierte en una supervivencia constante. - Voz de Emmanuel: esa reproducción sin sentido, es tan la humanidad… somos nosotros como una plaga. -Continuando voz de Emmanuel: …hay algo en estos tiempos, de duro y conservador como muestra de terror absoluto, en el resurgir de los monstruos en el mundo real y este auge que tiene el cine de terror y fantástico en esta época, y es que el género de una manera u otra está sabiendo narrar o está pudiendo captar el caos de cierta contemporaneidad, ya sea del terror más extremo o enrarecido, la realidad está en sí tan confusa, sobre-estimulada, que el género nos devuelve algo con lo que relacionar, hay una cierta caída con los relatos más épicos y realistas… - Voz de Emilio: … una realidad muy compartimentada, separada, dividida, y eso se traslada a la hora de narrar, ya no hay grandes épicas en general. Si Stephen King no escribiera terror ya le hubieran dado un premio nobel y sin embargo, no lo nominan, ni siquiera el terror se planeta en esos términos de “seriedad”, sigue siendo descartado en cierto sentido. O una película de terror nominada a los Óscar por ejemplo…Al no contar con un grado alto de prestigio el género de terror, en general no tiene esa carga de importancia que requieren por ahí si otros géneros, por lo que se le permite tener ciertos lugares de libertad o ahondar en los márgenes… - Voz de Emmanuel: también estéticamente lo que tiene el terror y lo más genial son los extremos a donde llega y a los que se puede permitir. Por eso las pelis, a veces envejecen medio mal porque quedan pegadas a algo tan puntual de una época al traspasar el riesgo.


A medida que la charla se desarrollaba no nos dimos cuenta y quedamos completamente a oscuras, por detrás de los oradores las luces del interior de la sala del Planetario empezaron a iluminar el gran salón y por ende, nuestros presentadores quedaron a contra luz como si fueran sombras. De fondo se podía observar en los ventanales del edificio cómo aparecían iluminadas y pegadas letra por letra la frase “Gritos en el planetario” pero a la inversa: “Sotirg ne le oiratenalp”. No me acuerdo en que momento terminó la conversación, sólo sé que nos levantamos porque los mosquitos nos empezaban a picar. La imagen que sí tengo presente luego es la de Michael Myers caminando entre los espectadores en el gran salón y alrededores con un cuchillo en la mano, de manera lenta y sutil, atrás de él le seguía el ritmo de su leitmotiv característico acechando en un interminable loop. No molesta, más bien acompaña y se saca fotos posando con quien se lo pide. El Domo parece haber transportado su imagen fílmica a nuestra dimensión. Tiene una calma inquietante y terrorífica. Siento que en cualquier momento puede despertar de ese estado que lo mantiene deambulando en el desconcierto y nos ataque de verdad, o quizás ya lo sepa y disimula. Mientras tanto actuamos siguiéndole el juego. IV

“Lo más admirable de lo fantástico es que lo fantástico no existe, todo es real” André Breton No es casual que se proyecten películas de terror/fantástico en un Domo y no así de otro género – que por cierto resulta ser una experiencia única en el mundo- quiero decir…la función del planetario como centro y gran explorador de los misterios del universo, comunicador de toda esa ambigüedad del espacio exterior y medio para poder atraer hacia nosotrxs, a nuestra superficie más lisa y concreta, todo ese misticismo, acapara a lo que podríamos referirnos a una cierta actividad paranormal de invocación. Con esto me refiero, a que arrastra lo misterioso, lo oculto, lo desconocido y por supuesto el terror que se esconde en este mundo – y en otros que no podemos ver o desconocemos por completo -para diseccionarlos con un gran telescopio y mirarlo de cerca.

Luego de terminar la charla de los monstruos me dirigen a mí y a unxs pocos más al Museo de Astronomía y Geofísica que se encuentra al fondo. Una vez dentro del observatorio local, nos hacen subir por una escalera caracol muy angosta e interminable, en mitad de nuestro ascenso nos anuncian que tengamos cuidado, que nos agarremos bien fuerte que podemos caernos pero a medida que subo una tela de araña pegajosa me van enredando por todo el cuerpo y casi caigo al vacío. Una vez arriba y a salvo, pasamos rodeando y sin tocar al gran telescopio centenario que se ubica en el centro mismo de la cúpula para poder ubicarnos en nuestros asientos. Era de un tamaño realmente gigante, tanto que abarcaba gran parte de todo este espacio antiguo, dotando al mismo de un aura mística y ancestral. Aquí se proyectan la selección de películas que están fuera de competencia, las cuales permiten reconstruir el retrato de una muestra cinematográfica de lo que ha sido y es el terror nacional. En gran medida estas propuestas abordan el estilo documental, lo cual no resulta una curiosidad teniendo en cuenta la practicidad de este género a la hora de elaborar la representación de una línea cronológica y terrorífica audiovisual propia.

Algunas de estas proyecciones son: Otra película maldita de Alberto Andrés Fasce y Mario Varela, donde se intenta abordar entre varios testimonios de conocedores de la materia, una reconstrucción lo más fielmente temporal y acertada de las producciones locales en el género propiamente dicho, buscando reciclar distintos films que en sus orígenes fueron fundacionales de cierto rasgos distintivo del terror argento hasta recorrer las obras más recientes de nuestro cine actual. Una película que se vuelve novedosa como necesaria. Otra es el épico documental: Un millón de zombies: la historia de Plaga zombie de Camilo De Cabo y Nicanor Loreti. Filme que exhibe y repasa el mito histórico e inicial de la realización de FARSA Producciones y las posibilidades de hacer una película entre amigos desde la marginalidad, la pasión, el desenfreno y el fanatismo, contra la realización presupuestaria e institucional que muchas veces requiere hacer cine. A través de la imitación de aquellas películas con las que un grupo de amigos creció viendo y con todos los recursos que tienen a su alcance, logran filmar la famosa Plaga zombie catalogada bajo el título de “primera película de zombis de culto argentina” (que se proyectará también en el festival) y por ende su consecuente saga. Pero no es por otra parte Zombies en el cañaveral de Pablo Schembri la que quizás converge estas dos propuestas mencionadas anteriormente de recreación histórica, ya que es la película de este segmento con más necesidad de manifestar este espíritu propio de elaboración del horror nacional. En esta, se relata los pormenores de la posible película tucumana perdida en el tiempo e inacabada en partes que presidió al clásico de George Romero “La noche de los muertos vivos”. La trama gira en torno a las desventajas de producción y circulación de la propia pelicula que se intentará reordenar entre dudas y paradojas temporales, una reflexión sobre el género y el hacer mismo, hasta incluso conlleva una de las ultimas apariciones de la Coca Sarli. Todo lo que pueda decir quedará de más.

Lo que deja esta segmentación dentro del festival no solo radica en la forma que plantea sino también en la programación de lo que se muestra en pantalla bajo un cronograma de competencias, siendo através del encuentro en sí y de los eventos en paralelo que se proponen (como el taller infantil de armar tu propia máscaras de miedo, por ejemplo) donde estas distintas propuestas se amalgaman y exponen nuevas formas narrativas a las hegemónicas de visualización. Estas mismas formas remiten a la primera década de ebullición del cine entre inventos y prácticas que continuamente estaban cambiando y redefiniendo su sentido de visualización entremezclado con todo tipo de experiencias performáticas y espaciales. Como podemos observar, la utilización de espacios alternativos de exhibición a las salas comerciales no es en sí un invento actual. Sino que su desarrollo se inició paralelamente al margen de la historia “oficial” del cine. ¿Y, entonces? Quizás el sentido de creación tenga que ver con seguir por este camino de búsqueda y exploración. “Gritos” resulta una propuesta autóctona y celebratoria del terror muy bien lograda. En la que se reúnen distintos aficionados del género, cinéfilos, curiosos e inocentes almas bajo una expresión cinemática y cosmopolita única en la región. Por ende, se invoca a manifestarse y competir a una gran variedad de propuestas audiovisuales actuales y desde los lugares más recónditos que puedan existir. En consonancia con una tradición gótico tropical latinoamericana, las historias de zombies, vampiros, muertos, fantasmas y asesinxs, transfieren de alguna manera los cuentos y supersticiones tradicionales al escenario urbano y cotidiano rioplatense, atravesado por un terror generalizado, en relación a un clima de incertidumbre y desamparo en el que estamos viviendo constantemente. ¿No es así?


Plaga Zombie (1997).

V Lo que me faltó decir, no tiene que ver con las películas que se expusieron en la competencia o las que ganaron y que bien podrían ser de un argumento más sólido y consistente, o sobre la infinidad de historias que se retrataron en fotos-videos y que a su vez, se podrían buscar en las redes sociales sobre las jornadas del festival. Todo eso ya estará por ahí en algún momento. Lo que me faltó decir tiene que ver con el placer artificial de esta ciudad masónica que no quiere quedarse estática. Siendo el cine todavía unos de los alicientes de nuestra época de consumidores arrepentidos más reluciente, un muerto viviente de más de 100 años que renace en medio de una constante búsqueda artística de eso que quisimos ser y todavía no somos. Salgo de este maldito lugar después de haber dejado mi vida entera al borde del olvido, es de noche y caen gotas, no encuentro el camino de ingreso por el que entré en este bosque. Afuera, todo ese zambullido sonoro del festival se esfuma a medida que me voy alejando. Estoy solo nuevamente caminando hacia algún lugar que tenga sentido y el único camino que se me presenta parece prometedor. Una calle recta y vacía. A la mujer de piedra no la volví a ver. Trato de no darme vuelta cuando escucho que parecen llamarme, pero es casi imposible. Con pasos apresurados me adentro por esa única calle que hay en la ciudad. Dejó atrás su cartel: Calle 52.

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