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Ignacio de la Sota

La licantropía como manifiesto contestatario

Un análisis centrado en cómo una película de terror danesa sobre licántropos refleja y cuestiona ciertos cánones propios de la heteronormatividad y la marginación social, dialogando con el neorrealismo italiano.



En el presente ensayo se trazará un análisis sobre la película Når dyrene drømmer (Cuando la bestia despierta, título en español, 2014) del director danés Jonas Alexander Arnby. Si bien se hará hincapié en tres secuencias, también se traerán a colación frames u otras microescenas en las que se profundizará el análisis.


El film, a grandes rasgos, se puede describir como el retrato de una adolescente en su proceso de maduración que vive en un pueblo costero con su madre, quien “enferma” (al igual que su hija, es licántropa). Incluso hay elementos que evocan o remiten al neorrealismo italiano ante el empleo de locaciones en exteriores naturales. Las mismas se muestran como un clima frío y hostil, asediado por una espesa neblina donde abundan los colores apagados y una construcción lumínica tenue. Estas serán imágenes que se repetirán a lo largo del largometraje porque el realizador nos introduce a un mundo real y cruel donde prevalece la violencia. Entonces, dicha representación se refuerza y se entrelaza con los habitantes del pueblo y con el trabajo que consigue Marie en una planta procesadora de pescado. Espacios hediondos y putrefactos.


Una de las escenas a examinar es la secuencia en que Marie se dirige a los lockers de su estación de trabajo pero es acorralada por sus compañeros hostigándola con un pescado y lanzándole frases lascivas. La escena finaliza con ella sola en el piso al borde del llanto. Arnby ensambla una puesta en escena interesante sobre este acoso laboral descrito. La focalización y auricularización se centra en el personaje femenino, mientras que el sonido y el diálogo de los otros personajes se va atenuando, disminuyendo cada vez más y más. Principio y final de la escena culminan con planos abiertos y estáticos, mostrando la calma antes y después de la tormenta. Sin embargo, durante el acoso de la protagonista, son planos cerrados y con movimientos de cámara erráticos y en constante movimiento. Por lo tanto, todas estas imágenes y sonidos confluyen en la construcción de una atmósfera asfixiante y sofocante.


Más adelante, Marie llega a una embarcación abandonada y encallada en las costas. Al entrar, divisa y toca las marcas de garras sobre la madera. Allí desemboca a una serie de inserts compuestas de planos detalle, de fragmentaciones de su cuerpo cubierto de sangre. Esto indica no sólo el despertar sexual de la protagonista, sino de un punto de quiebre, una bisagra en el arco de transformación que transita Marie, que reflejan la búsqueda de su identidad. Esto es conveniente porque conduce a otra de las secuencias más importantes de la película en que Marie tiene relaciones sexuales con Damian.


La puesta en escena parece una performance compuesta por el recurso de la fragmentación de los cuerpos pero también con la cámara lenta. Acompañando con música extradiegética en primer plano, en conjunto con los sonidos fisiológicos de los personajes, produciendo una especie de baile, un efecto de danza entre ambos. Otro de los ejes más significativos de este ensayo es la figura de la metáfora del monstruo construida como un ser marginado producto de la mirada de otro. Y ese otro en el film es el pueblo, un pueblo heteronormativo. Estos atentan contra lo diferente, contra la mujer. Por eso mismo, es interesante lo siguiente:


El pelo en el cuerpo femenino es un reto a las categorías de géneros sociales; y al mismo tiempo la falta de pelo debería aparecer como algo natural. Por otro lado, el pelo en el cuerpo masculino es señal de adultez y de masculinidad mientras que en la feminidad se mantiene oculto como forma de control y disciplina sobre el cuerpo de la mujer (Clark, 2008)

En este sentido se comprende de qué manera el tono fantástico-terror que domina en la película se entrecruza con el mundo real, con lo que sucede y atraviesa en la sociedad hasta el dia de hoy donde prima la violencia simbólica hacia la mujer. Teniendo en cuenta que el parámetro de exclusión y diferenciación hacia la mujer hoy en día tiene que ver con disciplinar el cuerpo.


Como se venía tratando anteriormente, el cuerpo que presenta Marie es totalmente antihegemónico, es sobrenatural, tiene las cejas unidas, los ojos grandes y amarillos; y exuberante pelo que la recubre totalmente. Esto es poco común distinguirlo en producciones audiovisuales sobre la temática de monstruo ya que predominan las figuras masculinas. Las razones sobran y son múltiples pero, de igual manera, Clark lo simplifica de la siguiente manera:


En las obras cinematográficas sobre mujeres lobas, el terror tanto en los hombres como en mujeres, es una línea en que se desdibujan los géneros sexuales, convirtiendo a la mujer en no-mujer y al hombre en no-hombre. La licantropía funciona para destruir la feminidad a partir del cuerpo femenino pero sin ser andrógino. Esta es la ruptura de la reiterada naturalización del sexo femenino. Las mujeres lobos son extrañas porque atentan con la naturalización heteropatriarcal normativa y los roles duales del “hombre” y de la “mujer”. La traición del género representa a la mujer como no debe ser mientras en simultáneo quiebra con las categorías de “hombre” y “mujer” al mismo tiempo (Clark, 2008).


Entonces es evidente señalar que la licantropía de Marie representada en la película está atravesada por la transformación de humano a monstruo bajo la luna llena como en los relatos convencionales. Sin embargo, no hay que perder de vista que esta transfiguración funciona como una metáfora de su paso a la adultez y, sobretodo, la luna siempre se encuentra asociada al ciclo menstrual. Por lo tanto, no cabe duda de que el director ha decidido contarlo de esta manera, como una transformación involuntaria en que Marie mantiene el control de sus acciones al estar en dicha fase. Todo lo opuesto a cualquier película de hombres lobo, en que los personajes no son conscientes de sus decisiones.


Por último, es conveniente remitir a una secuencia que indica estructuralmente el segundo punto de giro narrativo y por ende, un quiebre en la caracterización del personaje. La escena se inaugura con música diegética, acompañada con un plano en que presenta a Marie sola y devastada. Allí, le comienzan a crecer sus uñas y divisa a los principales culpables de la muerte de su madre, representando la hipocresía y el poder que tienen sobre ella. Entonces, Marie no sólo se libera sino que se revela y desafía el sistema opresor. Decide mostrarse ante ellos, hacerse notar entre la multitud y enseñar sus indicios de transformación al alcanzarle a los invitados una taza de café manchada con su sangre. Desde luego, esta secuencia descrita va desencadenar en que ella se libere de manera absoluta de ese pueblo, de ese lugar que la oprimía.


Resumiendo lo planteado, el film es un manifiesto contestatario porque desafía los códigos heteronormativos. ¿Quién no se vio estigmatizada ante su paso a la adultez? ¿Quién no se paró más de una vez frente al espejo, a ver su cuerpo? ¿Quién no se vio incomodada con sus compañeros? ¿Quién no sufrió bajo la mirada y aprobación de un otro? Estas son preguntas que subyacen en una película que nos invita a que las reflexionemos.


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Bibliografía


Clark, E (2008). Hair thuggish women. Female werewolves, gender, and the hoped-for monster (Tesis de maestría) Recuperado de: https://repository.library.georgetown.edu/bitstream/handle/10822/551562/etd_emc58.pdf?sequence=3&isAllowed=y

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